Arte y conciencia
participativa
José Alejandro Sánchez Vigil
José Alejandro Sánchez Vigil es licenciado en Pintura por
La Esmeralda y maestro en Literatura Mexicana por la UV.
Fue becado para estudiar pintura en el Instituto de Artes
de Súrikov en Moscú. Ganador del primer lugar en la
Convocatoria de Publicación de Textos Breves Ilustrados
del IV Comité Regional
de la CONALMEX/UNESCO, Villahermosa, Tabasco.
Pero si esa aptitud es en algún sentido realmente un
“arte”, es posible pues que la “ecología interna de las ideas”
sea un sinónimo bastante exacto de aquello que también
podría llamarse sensibilidad estética
GREGORY BATESON
Morris Berman mantiene una fuerte crítica a
la cultura occidental moderna y contemporánea en su libro El reencantamiento del mundo,
aunque la intención final no sea detractar sino proponer una reestructuración profunda. Es una revisión
de lo que llama conciencia participativa, experiencia de
mundo ya presente entre nosotros antes del Siglo de
las Luces, compartida por muchas culturas en distintas partes del planeta, que se mantiene pujante en el
sustrato de nuestro ser individual y colectivo a pesar
de los innumerables intentos por mantenerla a raya.
La postura de Berman no implica necesariamente un
exotismo o un premodernismo ingenuo.
Puede decirse que la fe irrestricta en el tipo de
ciencia que ha adoptado el ámbito oficial de la academia, aproximadamente desde mediados del siglo XVII, ha sido el único modelo practicado que ha puesto al
borde de la destrucción a la propia sociedad que lo
instituyó. La ciencia sustenta nuestra convención de
mundo en tanto sociedad amplia, y la fe, que tradicionalmente se depositaba en la Iglesia y su liturgia, la hemos confiado ahora a la palabra científica: si lo dice el
astrónomo, entonces es verdad: él lo miró con sus lentes gigantescos; lo que prescribe el médico eso hago:
él es el que conoce sobre mis dolencias. En cuanto a la
nueva postura holística, Berman mismo avisa sobre los
posibles peligros en los que puede derivar la puesta en
práctica de sus sugerencias desde el momento en que
muestra la distinción entre conocimiento analógico y
conocimiento digital:
El conocimiento digital se hace evidente “punteando” el conocimiento analógico; este último apenas
si es dependiente del primero para su existencia.
El conocimiento analógico es invasor, vasto; es el
fundamento de la percepción y la cognición. En
la cultura premoderna, lo digital (cuando existía)
era el instrumento de lo análogo. Después de la
Revolución Científica, lo análogo se convirtió en
el instrumento de lo digital, o fue reprimido por
este último completamente, en la medida que tal
represión era posible (p. 249).
Podemos frasear la idea a partir de la distinción de
estos dos modos de conocimiento de la siguiente manera: en tanto un modelo digital sea impuesto sobre
el devenir de lo analógico (imponer el discurso de
la razón al curso de la vida), las fuerzas represivas se
mantendrán vigentes y la comprensión, la comunión y
la expresión libres permanecerán como virtudes pendientes; sin embargo, su latencia seguirá esperando
en el resguardo de nuestra naturaleza más primaria.
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Leonardo Rodríguez: Autorretratos |
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