Núm. 15 Tercera Época
 
   
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JOSÉ LUIS CUEVAS
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           El fenómeno migratorio hacia Ciudad Juárez se inició en gran escala desde los años cincuenta, cuando se observa un crecimiento manufacturero sin precedentes en la ciudad. Esto representó un polo de atracción para la población del sur, principalmente de los estados de Veracruz, Durango, la llamada Comarca Lagunera, y del mismo estado de Chihuahua. Estos flujos laborales forman el cuerpo obrero de la industria maquiladora de exportación y estas empresas forman una especie de ghettos alrededor de las corporaciones transnacionales. Cabe mencionar que como parte de los imaginarios y de las representaciones sociales que configuran el proceso migratorio, también se piensa en “la frontera” como lugar de paso hacia los Estados Unidos, al “sueño americano”. En este sentido, Juárez no sólo representa un destino: también figura como punto de cruce. De allí el éxodo de migrantes hacia el país vecino, personas que trabajan por la mañana en la maquila y por la tarde o noche cruzan legal o ilegalmente a El Paso para realizar otra actividad económica.

           La estrategia de muchas personas que llegan a Ciudad Juárez es residir cierto tiempo en la frontera, para después tener mayor posibilidad de tramitar la visa y así pasar legalmente a El Paso. En esta puerta hacia la migración internacional, en febrero de 2008, la patrulla fronteriza de Estados Unidos, sector El Paso, señaló que aplicaría un Programa de Cero Tolerancia en una franja de aproximadamente 5 km de la línea urbana, por lo que los migrantes indocumentados que fueran detenidos serían enviados al Centro de detención de El Paso, donde podrían permanecer en prisión hasta por cinco años y serían multados con 500 dólares. Martín Hernández, agente de la Patrulla Fronteriza, dijo que con el objetivo de disminuir el cruce de drogas e indocumentados a la Unión Americana, se acordó poner en marcha el programa No Pase, desde el Puente Internacional Paso del Norte, hasta el área de Cristo Rey, donde ocurre la mayoría de los cruces entre Juárez y El Paso. Aunado a esta situación, ya de por sí crítica, cabe señalar el cierre de diferentes maquiladoras en Juárez, con miles de despidos y liquidaciones, 1 lo cual tiene graves efectos sociales y económicos al interior de las familias.

           La particular dinámica laboral de la frontera tiene serias implicaciones en la esfera privada familiar, como el poco tiempo que tienen las parejas para convivir y estar con los hijos. Dejarlos solos provoca toda una constelación de problemas que reclama urgentemente atender los aspectos psicosociales, familiares, laborales y de políticas públicas, que van más allá del funcionamiento del sistema económico. Este ha sido hasta ahora el único interés de los gobiernos locales, además de la seguridad pública, vista también solamente como un asunto de criminalidad y no como un problema social complejo.

LA DISPUTA: EL NARCOTRÁFICO Y LA MILITARIZACIÓN EN LA FRONTERA JUÁREZ–EL PASO

Haciendo un pequeño recuento histórico, es importante señalar la importancia de Juárez por su ubicación territorial. La ciudad ha sido desde hace ya muchos años un espacio controlado por las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas y de otros productos ilegales, como el caso del alcohol durante la Ley Seca norteamericana en los años treinta, o el tráfico de armas hacia el lado mexicano durante la Revolución Mexicana. Así, Juárez, debido a su ubicación geográfica, junto al mercado de consumo norteamericano, representa un punto estratégico en la llegada, distribución y redistribución de droga.

           Una de las estampas iconográficas plasmadas en la cotidianidad de esta frontera son las redes del narcotráfico, los espacios de distribución, las disputas entre los cárteles. En estos mapas delictivos de la urbe, los grupos que se disputan las calles para el narcomenudeo, principalmente en el “Poniente” de la ciudad, son dos bandas: Los Aztecas y Los Mexicles.

           Debido a la delincuencia registrada en los últimos años y a sus muchas muertes derivadas de los llamados “ajustes de cuentas” entre diferentes bandas, a las “cuotas” forzadas que deben pagar a los sicarios las pequeñas tiendas y negocios medianos de todos los giros, a los secuestros que están a la orden del día, etc., priva una sensación colectiva de inseguridad. El miedo colectivo ha dado lugar a diferentes proyectos de seguridad pública municipal y estatal, de participación ciudadana y de freno al narcotráfico, principalmente. De acuerdo con la Organización Editorial Mexicana, Ciudad Juárez fue en 2008 la localidad más violenta de México, con 1 653 ejecuciones contra 318 en 2007, lo que representa cerca de una tercera parte del total nacional, según un recuento de la AFP basado en reportes policiacos diarios. En México, según cifras oficiales, las muertes relacionadas con el crimen organizado sumaron más de 5 300 en 2008, pero Ciudad Juárez por sí sola tuvo cerca de una tercera parte, y, junto con Chihuahua, representó casi la mitad del total nacional con 2 400 asesinatos.

           En medio de esta constelación emerge el Plan Mérida, un proyecto internacional de seguridad establecido por los Estados Unidos en acuerdo con México y Centroamérica para combatir el narcotráfico y el crimen organizado. El acuerdo fue aceptado por el Congreso de los Estados Unidos y activado por el presidente George Bush el 30 de junio de 2008. México es la ruta principal por la que transitan cocaína y otras drogas destinadas al consumo en los Estados Unidos, y el gobierno estadunidense calcula que los narcotraficantes mexicanos obtienen ganancias de unos veintitrés mil millones de dólares al año. 2 Entre las instituciones norteamericanas involucradas se encuentran el Departamento del Estado y el Departamento de Justicia, el Consejo Nacional de Seguridad, el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el FBI, la Agencia Antidrogas (DEA) y, por parte de México, el Congreso de la Unión, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Armada de México, la SSP, la PGR y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional. El presidente municipal de Juárez, José Reyes Ferriz, realizó un

           En medio de esta constelación emerge el Plan Mérida, un proyecto internacional de seguridad establecido por los Estados Unidos en acuerdo con México y Centroamérica para combatir el narcotráfico y el crimen organizado. El acuerdo fue aceptado por el Congreso de los Estados Unidos y activado por el presidente George Bush el 30 de junio de 2008. México es la ruta

1 La crisis económica a nivel nacional e internacional de 2009, en la industria maquiladora tuvo sus efectos, con decenas de miles de despidos. Como reacción, en la industria manufacturera domina hoy el Trabajo por Convenio, que consiste en que, cuando la empresa no requiere del trabajo de los operadores, los manda a sus casas, pagándoles el 50% de su salario, pero aún siguen contratados. Recordemos que 42% de la población se dedicaba a la manufactura en 2005 (Servando: 2005), principal fuente laboral en Ciudad Juárez. La desolación causada por los efectos de la globalización y de la relocalización de los capitales extranjeros se empata con las catástrofes, como la acaecida el 7 de abril de 2009, a causa de la explosión en el Parque Industrial Aeropuerto, que se inició en la maquiladora MCS de México y siguió en la Fox Con, dejando a miles de operadores desempleados.

 
 
 
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