XV
Al descender de la Montaña, se tiene siempre una
perspectiva diferente de las cosas: más equilibrada,
más alegre, más humana. Volveremos, como siempre,
a adentrarnos en el trajín de la vida y a olvidar por
momentos lo que allí vimos, pero el buen excursionis-
ta lleva siempre la Montaña consigo, pues, si el viaje
ha sido verdadero, ésta se habrá convertido en parte
de su ser. Allí, en esa íntima trastienda donde cada
quien cultiva su Montaña interior, se encuentra la ver-
dadera patria de Montaigne.
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