Otro ejemplo relevante de esta experimentación
formal y constructiva lo constituyen las Casas del Cono,
sucesión de proyectos que responden a programas
especiales, donde incluso los espacios exteriores y los
jardines sirven de clave para organizar espacios interiores. Menciona la Casa de Helio Flores (1999) como
un conjunto donde se privilegia el taller y los atributos
de la luz, desde una variedad de ambientes para incentivar el dibujo y la inagotable capacidad creativa de
su morador. Las casas del arquitecto buscan traducir
un sentido íntimo, al reconocer que la casa es lo que
más se aproxima al hombre, a personas específi cas con necesidades diferentes: “trajes a la medida para habitar en su plenitud”. A semejanza de la función de las
obras de teatro, dice que “hay que vivir el personaje
para poder crear una arquitectura sensible o rechazar
el personaje si no se puede interpretar…”, pues, añade “la psicología del usuario y el diseño de una casa están íntimamente ligados”.
Murillo habla de su trabajo arquitectónico como
“hallazgo: la arquitectura como un proceso de descubrimiento…” Pero ¿qué busca Enrique Murillo? “Un rescate de la arquitectura artesanal a partir de los materiales y la mano de obra locales, del entorno, de la topografía del terreno…” Nos cuenta:
Hay zonas de México que tienen grandes tradiciones de albañilería. El padre, el abuelo, fueron
albañiles especializados en una rama específica.
Pero Xalapa no la tiene. El trabajador de la construcción en la región es un campesino que entra a
la práctica de la construcción sin dominar el oficio.
Uno tiene que tomar esto en cuenta cuando diseña
y lo mejor es asumir conceptualmente las imperfecciones como parte de una arquitectura expresiva,
artesanal, y no querer hacer arquitectura del primer mundo.
En este sentido, es importante también asumir la topografía no como una limitante sino como un reto que dé
la línea de base para la estructura. Por ejemplo, en
La Ballena Emplumada se evitó aplanar, buscando
en cambio usar cimbra aparente para acusar los detalles “imperfectos” e integrarlos como parte de la belleza y concepto del conjunto habitacional. Se respetó la
topografía del terreno, su vegetación natural, y se integraron materiales de la región, como piedras de río, al diseño de la casa hecha de tabique rojo aparente, fabricado cerca de Xalapa.
También su búsqueda es no sólo funcional sino
formal. En esta vertiente, menciona una casa que diseñó con el escultor Hiroyuki, así como su sobresaliente
trabajo escultórico para el Hotel Puerta del Sol en la
Plaza Américas de Boca del Río, o el desarrollo de un
muro escultórico para la Sala de Conciertos de la Universidad Veracruzana en Xalapa. En estos ejemplos,
Murillo reconoce la influencia del arte africano, el
grafismo, la colaboración con artistas plásticos locales
y de otras latitudes (por ejemplo, la puerta-escultura
de metal pintado de rojo que da acceso a su propio
taller, desarrollada en colaboración con el chileno
Luis Vidal). Esta afinidad de formas puede verse en la
casa que diseñó y construyó en Mandinga, donde elementos constructivos locales que configuran la palapa semejan y asimilan influencias africanas y adquieren
una expresión universal, en esa constante búsqueda
que ha sido clave de la innovación y de los hallazgos en
su obra, pues no ha sido usual recurrir a la arquitectura africana ya que, en los circuitos internacionales
y las revistas especializadas de la producción contemporánea, esta arquitectura no se asocia con una arquitectura de prestigio ni con materiales de vanguardia,
dice Murillo, pero en ella podemos identificar sabias
lecciones del arte de construir.
Para el caso de los edificios públicos, hay proyectos
que se visualizan claramente desde su localización, su
topografía, las cualidades del terreno, pero en ellos es
también fundamental el papel del cliente. La Caxa integra y fusiona varias estrategias asociadas al sitio y al
clima. El uso extensivo de la teja como material de acabado en las amplias cubiertas no es sólo un elemento
visual o simbólico, sino que obedece al reconocimiento de la unidad en la imagen urbana de Xalapa a
partir de la teja y las pendientes de los techados, con
su lógica constructiva para aislamiento acústico y térmico, y como material para evitar filtraciones de agua.
En este caso, recurrir a elementos del pasado tratando
de actualizar su uso y función no es un acto nostálgico,
sino de apropiación razonada.
Por último, cabe mencionar otra obra importante,
si bien efímera: el acondicionamiento de la fortaleza de
San Juan de Ulúa en Veracruz como complejo arquitectónico que diera cabida a la Tercera Reunión Nacional
de la República en 1980.
La arquitectura como arte
Algunos aspectos fundamentales en la consideración
de la obra de Enrique Murillo como obra de arte descansan en una idea de la forma arquitectónica como imagen total e integradora de las intenciones que definen el proyecto: un uso del espacio que respete el
paisaje urbano y natural, una vocación que propicie la
funcionalidad pero también los componentes lúdicos
y estéticos que definen los espacios arquitectónicos,
y un sabio uso de materiales y técnicas constructivas
fuertemente identificadas con lo artesanal, inclusive
vernacular, lo que otorga a sus espacios un sentido de
experiencia única y de expresión plástica irrepetible.
Para ello, insiste el arquitecto, hay que tomar en cuenta no sólo la arquitectura del paisaje, sino el paisaje en
sí mismo como parte del programa de diseño.
Por sus características orográficas y topográficas,
Xalapa es una ciudad que mira hacia el paisaje en
todas direcciones, análoga a una ciudad balcón
que se abre al infinito y la montaña, con una fuerte imbricación con el clima: en suma, un paisaje
de una dimensión asombrosa que la arquitectura
debe apreciar y de la que puede sacar provecho...
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