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Ilustraciones Aram Huerta |
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Esta región peruano-colombiano-venezolano-brasileña
no dispone de una literatura propia, pero sí deuna “corriente” literaria transnacional que sigue las “corrientes” de sus grandes ríos. Al mismo tiempo sigue
las “corrientes” de la literatura hispanoamericana
desde los cronistas de la Conquista –Carvajal entre
Medievo y Renacimiento– pasando por la prosa ilustrada
dieciochesca de Gumilla y Humboldt, el nativismo
de los años veinte de J. E. Rivera y Gallegos, hasta
el realismo mágico de Uslar Pietri de los años treinta/
cuarenta y la Nueva Novela de Carpentier, Otero
Silva y García Márquez.
Los conquistadores, aunque funcionarios del rey
de España, llevaban a cabo sus empresas por cuenta
propia. El país más importante en oro era el Perú, donde mataron al último inca, Atahualpa, en Cajamarca,
para extorsionarle cámaras enteras llenas de oro. Después,
pensaron encontrar el metal precioso en el cono
sur oriental, donde hallaron sólo plata, y ni siquiera
mucha. Para consolarse bautizaron a la región con el
nombre de Argentina, y al río principal, Río de la Plata. En
seguida se dirigieron hacia Amazonia, siguiendo los
ríos, que eran en aquel entonces las únicas vías de circulación
masiva, en bergantines, únicos medios de
transporte para los cerca de mil expedicionarios, con su
séquito de caballos, vacas, gallinas, arcabuces, reses de
matanza, criados, prostitutas y alimentos. El nombre
de esta nave de tamaño medio con vela posterior cuadrada
se deriva, nomen est omen, del italiano brigante, pirata.
Los conquistadores, dada su composición social, no
sabían hacer otra cosa que realizar la búsqueda de oro
y canela, así como la caza de esclavos, ya que no eran
campesinos ni artesanos, sino soldados, vagabundos,
salteadores, marineros. Como vagabundos y marineros
les gustaban las errantes andanzas fl uviales; como salteadores
eran profesionales en robar; como soldados,
acostumbrados a masacrar.
Los indígenas que se daban rápidamente cuenta
de que podían deshacerse de los intrusos antipáticos y
codiciosos enviándolos a otras direcciones, les contaban
historias de tesoros y oro en abundancia escondidos
en lo profundo de la selva. Así, de tribu en tribu,
Eldorado retrocedía constantemente como una fata
morgana, y ellos continuaban persiguiéndolo por selvas
y ríos, atravesando y conquistando, sin el resultado
deseado, todo el territorio.
La conquista se realizó o desde el Perú por el Marañón,
afl uente del Amazonas, río abajo hacia las embocaduras,
o desde las ciudades caribeñas recién fundadas
en Santa Marta, Cartagena de las Indias y Caracas,
navegando desde el mar hacia las fuentes. El primer invasor
fue Diego de Ordás en 1 531, que viajaba desde la
embocadura del Amazonas río arriba sin poder atravesar
los 6 400 km de longitud, obligado por una tormenta
a volver y navegar el Orinoco río arriba, descubriendo
que ambos ríos son un sistema coherente.
Otra expedición la realizaba, desde Santa Marta,
Gonzalo Jiménez de Quesada, que iba por el Magdalena,
de 1 500 km de longitud, hasta el altiplano deCundinamarca, donde encontró a dos rivales: Sebastián
Belalcázar que venía del Sur, y, del Este, Nikolaus Federmann,
gobernador del banquero Welser de Habsburgo,
que había recibido Venezuela como prenda por
una suma gigantesca prestada al emperador alemán
Carlos V, rey de España. Los sucesores de Federmann
eran el suizo Ambrosius Ehinger (Alfi nger) y el teutón
Hohermuth, tan crueles como los españoles. Philipp
von Hutten, llamado Felipe de Urre, capitán general
que investigaba por barco el Orinoco, fue asesinado
en una sublevación. Los Welser renunciaron en 1540
a su imperio trasatlántico.
En 1541, hubo otra expedición importante bajo
el mando de Francisco de Orellana que no buscó el
Eldorado, sino el país de la canela, pasó el Amazonas
de Oeste a Este. Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre
recorrieron en 1 560 todo el Amazonas partiendo de
Trujillo en Perú, siguiendo el Marañón hasta la Isla
Margarita en el Caribe. Además, estaban los piratas
británicos Francis Drake y Sir Walter Raleigh, quienes
devastaban las ciudades criollas costeras. La historia
amazónica estuvo movida por la fata morgana del
oro que nunca se encontró.