Este pasaje se parece mucho a la descripción arriba citada
de un pantano por J. E. Rivera y es, efectivamente,
en mi opinión, hecho según aquel modelo. Pero la
mezcolanza de todo, los abrazos mutuos, el entrelazamiento
de todos con todos es más que una descripción
naturalista, corresponde al concepto carpenteriano
del carácter barroco de la naturaleza salvaje y protuberante
latinoamericana. En Los pasos perdidos leemos
que “todo parecía un cochambroso entrevesamiento
de culebras”.
Además, Carpentier, hijo de arquitecto, ve en
la tectónica de la naturaleza la prefi guración de las
construcciones humanas, observación ya hecha con la
misma ocasión por Humboldt, al describir el Roraima
en Visión de América:
Imaginad un haz de tubos de órgano, de unos cuatrocientos
metros de alto, que hubiesen sido atados,
soldados plantados verticalmente en un basamento de
guijarros, como un monumento aislado, como una fortaleza
lunar. |
Sobre todo, aparecen las construcciones inmateriales
e invisibles: los recuerdos de la Conquista, la novela
resume, de este modo, la historia de la región: los fantasmas
de Lope de Aguirre, Philipp von Hutten, Nikolaus
Federmann, Gumilla, Humboldt, los hermanos
Schomburgk, todos los mitos nacidos en la zona, toda
la literatura sobre ella, desde las crónicas de Conquista
y Descubrimiento hasta las novelas nativistas, de
modo que tiene razón González Echevarría al hablar
de “toda una selva de libros” por la que avanza el protagonista.
El protagonista tiene, como Humboldt, la costumbre
de preguntar a los indios y otros habitantes
de la región y de escucharles. Reaparece el mito de Eldorado y de los buscadores de oro que mueren en
la selva sin haber desenterrado los tesoros soñados ni
las ciudades imaginadas. Según Echevarría, casi todas
estas reminiscencias de Eldorado las había sacado
Carpentier del diario de Humboldt. Como el viajero
prusiano, Carpentier utiliza la técnica humboldtiana
de insertar estas narraciones en el texto.
Todos los libros sobre Amazonia constituyen en
realidad un solo libro por entregas. El propio Carpentier
tenía en sus rodillas, durante su viaje en
barco, El Orinoco ilustrado de Gumilla y Viaje a las
regiones equinocciales de Humboldt como Baedeckers y
para comparar lo visto con lo descrito por ellos, para
concluir que nada habia cambiado, una constatación
que García Márquez treinta años más tarde no podría
confi rmar más.
De Humboldt recoge Carpentier también la leyenda
de Amalivaca, el Noé indio, que transforma en
el cuento Los iniciados, un encuentro de Noés y Amalivacas
del mundo entero con motivo de un Diluvio
verdaderamente universal.
La novela histórica de Amazonia
Casi se podría adelantar la tesis de que Carpentier,
con esta novela sobre su tiempo presente, precisamente
por sus profusas referencias al pasado literario de la
región, es el iniciador de la Nueva Novela Histórica.
Ya Gallegos resumía brevemente en Canaima la historia
literaria, inmaterial amazónica:
Los viejos mitos del mundo renaciendo en América: la
leyenda del lago encantado de la Parima, de Amalivaca,
el misterioso habitador de las selvas del Sipopo, del áureo palacio del cacique Manoa, el trágico Eldorado
en pos del cual sucumbieron los conquistadores, bajo
el ademán perdicionero del brazo del indio (...). |
Después sigue la reescritura no de la Historia de Amazonia
a la manera de historiadores, sino la reescritura
del proceso literario de y sobre la región, desde las
crónicas hasta Humboldt, a partir de El Camino de Eldorado
(1947), de Uslar Pietri, reescritura de las crónicas sobre Lope de Aguirre, hasta Die Vermessung der
Welt (Levantamiento topográfi co del mundo, 2005) del austriaco
Daniel Kehlmann sobre el viaje de Humboldt.
El Camino de Eldorado reescribe la crónica de la
expedición de Ulloa y la rebelión de Lope de Aguirre
con todas las conquistas de la historiografía moderna
y al estilo del incipiente realismo mágico, cuyo
cofundador ha sido el propio Uslar Pietri. Es un relato
sobrio, casi historiográfi co, de la expedición de
Ursúa y Lope de Aguirre. La narración mantiene la
acción tal como está transmitida por la historiografía
y las crónicas, empezando con la preparación de la
expedición en Trujillo, el viaje fl uvial desde el Marañón
hasta la Isla de Margarita, los encuentros con los
indios, a los cuales roban sus alimentos, ocupan sus
casas o los engañan por el pago en baratijas, las catástrofes
fl uviales, el hambre, las matanzas, intrigas,
fugas, conspiraciones. Relata cómo Lope de Aguirre
mata sucesivamente a los capitanes de la fl ota, se
erige en jefe, castiga cruelmente cualquier insubordinación
sospechada. Al fi nal cuando se le corta la
cabeza que será esgrimida como un trofeo, el relato
adquiere altura poética. Pero generalmente recuenta
las peripecias históricas ya conocidas. Es, en el mejor
sentido del término, una –¿la primera?– novela histórica
sobre la conquista de Amazonia y el personaje
de Aguirre; el narrador ofrece, muchas veces, informaciones
históricas que salen de la narración, dirigidas
al lector extradiegético. Evoca el larguísimo viaje
desde el Marañón peruano por el Amazonas hasta la
Isla Margarita en Venezuela.
A los ríos los ven los conquistadores, según Uslar
Pietri, sobre todo en su inmensa anchura; se impacientan
más por la longitud e infi nidad del viaje que por la
longitud de los mismos ríos. Lo importante es el trayecto,
no el medio transportador, y la lejanía de las costas,
porque los expedicionarios suponen detrás de las
orillas Eldorado, región por la cual son mágicamente
atraídos, aunque se mencione sólo a Felipe de Urre que
ha visto esta ciudad mágica desde un monte.
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